Javier Portillo, vecino de Morón de la Frontera, nos traslada el siguiente testimonio sobre unos incidentes ocurridos la noche de Halloween, de los que fue testigo.
“Con lo publicado por la policía sobre los incidentes de la noche de Halloween y con el artículo de Mila, me gustaría añadir sobre lo mismo lo siguiente, que no sé si serán las mismas personas, pero tiene todos los mimbres de serlo.
Sobre las 8,10 del día 31, salimos de casa y caminado por calle Cañuelos del barrio de Santa María, pasábamos por la bajada del Castillo, cuando de repente empieza a caer una lluvia de piedras bastante importante por su tamaño y por la cantidad, era claro que iban a hacer daño y buscando el impacto.
Otros viandantes, coches, persona con negocios, deben ponerse a cubierto con la dichosa lluvia. Una de las piedras alcanza al gorro que llevaba mi hija pequeña puesto en la cabeza salvándole el mismo del impacto. Díganme desde el carril que rodea el Castillo, con la distancia y el tamaño de la piedra, si le llega alcanzar la cabeza, estaríamos hablando de una desgracia.
Eso en comisaría me dicen que es un intento de homicidio, por el intento de hacer diana a las personas que por allí caminaban, y porque por poco, el homicidio no tiene que ver con la puntería y si con la intención.
De las personas que habíamos por allí, unos cogimos por el Castillo por un lado y otros por otro para intentar localizarlos, otros hicieron la llamada a comisaría. Los tuvimos muy cerca para ver qué eran «niños» de entre 15 o 16 años, vestidos de negro con chándal y con pasamontañas, para claramente taparse de lo que iban a cometer. Quiero contar esto porque no sé si la policía los llegó a identificar, pero si hay padres que saben que sus hijos iban así, deben hablar con ellos porque estos actos son de terroristas y no de niños, y que conste que no me parece ninguna broma de «niños», eso no es diversión”.