Breve y conciso. Quiero comenzar recordando como conocí a Juan Linares Casanueva en el taller- escuela de pintura de Francisco Benítez Perea (academia fundada 1980, en la c/ de las Siete Revueltas nº7, siendo primer alumno junto a Sebastián Garrocho Rosado).
En marzo de 1991, cuando transcurrían mis primeros días de estudio de dibujo, recuerdo que no pasaba desapercibido la asistencia de un muchacho de llamativo estilo, parecido a un músico ochentero: pelo largo, camisa blanca, pantalones negros y botas americanas de puntas; quien solía llegar en un Citroën dos Caballos de color rojo. ¿Quién será?
Se trataba de Juan Linares. Había estado en el extranjero y tenía dedicación a la pintura como pintor ya hecho. Y así fue, dentro de aquel ambiente. donde se respiraba la esencia de trementina y sonaba flamenco. no podíamos evitar poner atención a su caballete y a lo destacable de sus lienzos.
De aquella época hasta hoy ya han pasado algunos años y Juan trae su primera exposición a su pueblo. Se trata de una exposición donde recopila una serie de obras, las cuales resumen su evolución y constancia en el arte de la pintura, donde podemos apreciar desde obras de juventud a obras de etapas de madurez.
No es fácil, en pocas pinceladas, describir la pintura de Juan, es decir, ya que hace gala desde la estilística de la esc. de pintura de Morón: vanguardia, realismo y impresio-expresionismo; hasta la adaptación y fusión de otros referentes artísticos, sin olvidar lo que pueda ofrecer la propia naturaleza.
En cuanto a la figura, siempre la tiene presente, desde el dominio de la difícil disciplina del retrato hasta una variedad temática de contenidos poéticos, entre los cuales destacan sus sentimientos más sevillanos.
Y la cosa no se queda ahí. Juan también ha sabido extenderse hacia vertientes más actuales como el arte abstracto e hiperrealismo, y ojo, no de manera mecánica o azar de artista tik tok, sino de manera formal de quién se preocupó por el estudio. De ahí que formas y texturas juegan mediante veladuras y empastes creando un sin fin de atractivos efectos ópticos.
En cuanto a la emotividad, mejor no digo nada más y ánimo a que podáis descubrirlo. Recomiendo que pasen por el espacio Santa Clara donde estos días alberga una exposición representativa de un artista, un amigo y un compañero de mi misma casa de quién os aseguro causará admiración y grata satisfacción. “Morón, tengo algo que d’arte”, de Juan Linares Casanueva.