Para Ana
Seguimos con el diccionario. Otra tanda de palabras que se están asentando tanto en el vocabulario como en el imaginario colectivo, pero que esconden significados, en buena parte desconocidos.
Como en la parte I, no venimos aquí a hacer ningún truco de magia. Es más, la intención es, más bien, la de ayudar a romper el hechizo, la confusión, la hipnosis continua que nubla lo que estos conceptos o expresiones son, lo que realmente son, pues el lenguaje nos enseña y esconde términos e ideas. De hecho, y como dice el filósofo venezolano José Manuel Briceño Guerrero en El origen del lenguaje, “El lenguaje es el lugar de lo humano, en él vivimos, nos movemos y somos”.
Y somos en un lenguaje en el que muchos medios de comunicación (especialmente, los de audiencias de masas) difunden -sin dudar de nada- todo lo que los think tanks de la derecha esparcen alegremente y que con los brazos abiertos acogen la mayoría de canales de la tdt, periódicos y webs difusoras (y multadas) por difundir noticias falsas. Por eso, hoy, como ayer, debemos llamar las cosas por su nombre. Entre otras cosas, porque resulta fundamental entender la importancia de qué se dice, de cómo se dice, de lo que se busca con lo que se dice y lo que se consigue con lo que se omite.
Acabo esta segunda introducción al diccionario reaccionario con una frase que siempre nos hace estar alerta. Fue pronunciada por Martin Luther King Jr. y dice así: “La injusticia, en cualquier parte, es una amenaza para la justicia en todas partes”.
Gran tenedor. Según el artículo 4 del RDL 11/2020, “persona física o jurídica que sea titular de más de diez inmuebles urbanos, excluyendo garajes y trasteros, o una superficie construida de más de 1.500 m2”.
Muchos de los grandes tenedores de nuestro país son fondos buitres, que ocupan gran parte de los parques inmobiliarios. Aunque se está planteando una nueva ley para el derecho a la vivienda, más del 50% del salario suele ir destinado al pago de la vivienda, sea esta de alquiler o de compra.
Debido a la última subida del precio de los alquileres, están volviendo a repuntar los numerosos casos de familias desahuciadas de sus viviendas. Una problemática (la de los desahucios) que desarrollaremos con más detenimiento en futuros artículos, cuando toque explicar uno de los conceptos vistos en la parte I de este diccionario: el de ‘desokupa’, pues el interesado silenciamiento mediático hacia los desahucios guarda estrecha relación con el boom de las noticias sobre ocupaciones.
La subida, al menos, de un 20% de los pisos turísticos en las grandes ciudades, ha traído una subida de los alquileres y una gentrificación de los barrios, sustituyendo a la población anterior por otra pasajera o de mayor renta.
Ideología de género. Expresión usada contra las teorías que propician la diferenciación entre sexo biológico y género. Comienza a utilizarse como respuesta del sector conservador a las propuestas de los derechos sexuales y reproductivos en el marco de la Conferencia Mundial sobre la Mujer de las Naciones Unidas en Beijing, así como de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo celebrada en El Cairo, ambos en la década de los 90.
Este discurso (el que mantiene que existe una “ideología de género” oculta) posee una notable carga de creencia conspiranóica, ya que habla de “plan preconcebido para cambiar la naturaleza humana”, cuando realmente se trata de diferentes perspectivas teóricas.
No existe como categoría dentro de las ciencias sociales; se trata, pues, de una expresión usada para agraviar las reivindicaciones de los derechos de las mujeres y la diversidad sexual.
Incel. Es un acrónimo de la expresión en inglés involuntarily celibate (célibe involuntario). Es toda una subcultura en internet. Se autodefine como comunidad de “machos beta”, en contraposición a los “alfa”, poniendo énfasis en su lugar como “perdedores” en la supuesta competencia por las mujeres.
La ideología de esta cibercomunidad se conforma en base a teorías que caracterizan a los hombres y a las mujeres según su aspecto físico y su capacidad de atractivo hacia el sexo opuesto.
Según el estudio de Online Hatred of Women in the incels.me Forum, analizando el lenguaje usado en estos foros y en comparación con otras redes sociales, el 30% de las amenazas que lanzan los usuarios son misóginas, el 15% homófobas y el 3% racistas. Dicho estudio concluye que “las mujeres son retratadas como superficiales, inmorales, promiscuas y responsables del aislamiento de los incels”. Según los incels, las mujeres solo se mueven por el físico y lo utilizan para alcanzar un estatus social superior. A ellos los ignoran porque “no son atractivos”.
Lawfare (Guerra Jurídica). Es una expresión usada para referir la utilización abusiva o ilegal de las instancias judiciales nacionales e internacionales, manteniendo una apariencia de legalidad, para inhabilitar o provocar el repudio popular contra un oponente.
Consiste en usar el sistema judicial de un país con fines partidistas, contrarios a la separación y la independencia de poderes y de las provisiones del Estado de Derecho. En definitiva, es un arma política para tratar esas mismas cuestiones por vía judicial.
Como dice Arantxa Tirado, autora de El lawfare. Golpes de Estado en nombre de la ley (Akal, 2021), hablando sobre el caso ocurrido en los últimos años en Brasil: <<El lawfare se inició con el derrocamiento de la presidenta brasileña Dilma Rousseff a través de un impeachment, un juicio político que la sacó de manera cuestionable de la presidencia, pero se activó desde antes, con la operación Lava Jato: un escándalo de corrupción que salpicó al gobernante Partido de los Trabajadores (PT). El objetivo final era perseguir al expresidente Lula da Silva y evitar que este pudiera volver a presentarse a futuras elecciones>>.
Libertarismo. Es una corriente dentro de la filosofía política y legal. Persigue la defensa de la libertad del individuo en la sociedad, el derecho y el respeto a la propiedad privada, así como una asignación de recursos en la que prima una economía de mercado. Por lo tanto, considera la intervención del Estado como un error.
Está incluida en la Escuela Austriaca de economía, se opone a cualquier forma de asociación no voluntaria y en general promueve el libre mercado, en oposición al capitalismo corporativo. Hay diversas variantes del libertarismo, como el minarquismo, el anarcocapitalismo, e incluso clásicos.
Marxismo Cultural. Es una teoría de la conspiración, común en el ámbito de la extrema derecha y la derecha alternativa, que asegura que la izquierda, “incapaz de triunfar en el terreno político y económico”, ha echado el resto para triunfar en el terreno cultural (entendiendo aquí ‘cultura’ en sentido amplio, no solo los productos culturales). Toda la sociedad estaría impregnada por ideas progresistas, víctima de un masivo lavado de cerebro. <<No vamos a retroceder ante este lavado de cerebro marxista cultural y judío que nos ha adoctrinado para ser idiotas útiles a las finanzas internacionales, el capitalismo y la guerra (…) Simplemente queremos defender a los blancos de clase trabajadora, nuestros derechos y nuestra nación>>, dijo hace poco el agitador de la alt-right estadounidense, Mike Enoch, en una manifestación.
El marxismo cultural suele amalgamar, según esta oposición conspiranóica, un conjunto de ideas que abarca todo lo que tenga tintes de progresismo, feminismo, derechos LGTBI+, reivindicación de los servicios públicos, evolución en los modelos de familia, justicia social, colectivismo, multiculturalismo o denuncia del racismo y del clasismo. Valores que, según quienes se oponen a ellos, <<inoculan el funesto virus de la corrección política>>, <<demonizan nuestra tradición>>, <<destruyen la libertad>>, <<llevan al totalitarismo>>…
También se refieren a “marxismo cultural” cuando hablan de ganar “la guerra/batalla cultural que hoy tiene lugar”. A través del poder de difusión de redes sociales, webs y grandes grupos de comunicación, estas expresiones han sido catapultadas a la actualidad en muchas partes del mundo (especialmente, en la esfera de Occidente) gracias a la enorme influencia de lobbies de mucho peso y corrientes seguidoras: Atlas Network, CPAC, Fundación Heritage, El Yunque, QAnon, o en el caso de España, FAES, Neos, Hazte Oír, Fundación Civismo, etc. Todos enraizados en paradigmas comunes: odio a las formas socialistas de gobierno o de organización social, ataque a avances en derechos y libertades sexuales, propaganda contra supuestos peligros que conllevan las migraciones, islamofobia, introducción en el debate público de términos inventados y/o cargados de demagogia (‘feminazismo’, ‘eco-dictadura’, etc.), defensa de los tradicionalismos más conservadores, promoción del consumismo y ultracapitalismo neoliberal en lo económico frente al auge de la economía social, propagación de su particular visión de la ‘libertad’ en foros, mítines, canales o think tanks; defensa de la privatización de lo público, intentos por controlar la producción del mundo del Arte (sobre todo, las ramas de audiencias de masas: cine, series, talent shows, entretenimiento, etc.), denostar la diversidad cultural o la plurinacionalidad, atacar ideas como ‘bien común’, ‘Estado del bienestar’, ‘igualdad social’, etc.
Meritocracia. En teoría y según su definición: “Sistema de gobierno en el que el poder lo ejercen las personas que están más capacitadas según sus méritos”. Para Cesar Rendueles, sociólogo e investigador del CSIC: <<La meritocracia y la igualdad de oportunidades es un lema resultón>>, pero <<esconde una trampa, pues reduce los valores igualitaristas a dejar intacto el sistema de privilegio y tan solo hacer un intercambio en las élites>>, donde <<la salvación individual viene dada a través del esfuerzo>>.
Se vertebra en base a dos principios: igualdad de oportunidades y esfuerzo individual. Para que esto funcione, debe asegurarse el que los individuos sean formalmente iguales, sin discriminación por género, orientación sexual, religión, raza, etc. Junto a esto, existen desigualdades estructurales que no garantizan que el sistema sea justo, como es sabido, pues las circunstancias ajenas al individuo condicionan sus posibilidades en el mundo.
Si nos parásemos a reflexionar sobre la importancia e influencia que el lenguaje tiene para la cotidianeidad humana, para nuestro quehacer diario, para nuestra comprensión de las cosas, para nuestra forma de comunicarnos con otras personas o para nuestra decisión de rechazar una postura y apoyar o empatizar con otra, a buen seguro que muchas sombras que damos por verdaderas se nos mostrarían, al fin, como eso mismo, solo sombras de la realidad (o, cuando más, como sombras que muestran solo una parte de una realidad más compleja). Ese chispazo nos encendería más rápidamente la bombilla de alarma cada vez que vislumbrásemos un término o una expresión empleada, por ejemplo, con una intencionalidad diferente a la aparente. Si dicha conciencia la aplicáramos al modo en que esas expresiones son utilizadas y al contexto que las marca, crecería nuestro interés por conocer el porqué de las informaciones que consumimos. Y todo ello nos ayudaría a entender por qué se ‘comunican’ ciertas cosas y no otras, de manera que sería mucho más difícil que la opinión pública fuese zarandeada, manipulada, engañada o, cuando menos, acrítica y sesgadamente influenciada.
Ahí, precisamente, es donde radica lo que con este diccionario intentamos propiciar: ayudar a comprender la no casualidad de la jerga que en los últimos años modela el discurso casi unitario y poco plural dominante en los medios de comunicación de mayor audiencia en España.
Y esa senda ampliaremos en la Parte III, dentro de unos días: la de conformar una herramienta cognitiva potente y divulgativa con la que poder distinguir cuándo nos están escondiendo un mensaje demagogo. No para que quien lee estas líneas ‘deba creer’ esto o aquello otro, sino para que, al menos, cuente con más fuentes y/o argumentos que le animen a contrastar el asunto en cuestión. O lo que es lo mismo: conformar una postura propia, crítica, lo más objetiva y mejor fundamentada posible y, sobre todo, basada en una mayor concienciación del lenguaje. He ahí nuestra meta.