Recuerdos ochenteros de una caja redoblando entre chavales andrajosos. Pasacalles moronero de disfraces y alegrías. Cochera familiar con parientes y amigos pintando sus caras y mudando ropajes. Coplas gaditanas de madrugada, entre hermanos/as, frutos secos y cintas VHS. Calabaza por aquí, Yesterday por allá. “La gente no respeta ni que estamos en carnaval”, de fondo. A carcajadas con las pamplinas caleteras en casa de mi amigo Jesús. Bateas petás de coristas por las entrañas de La Viña. Ofú, aquella noche en la carpa de la Alameda vestido de pirata cool (o algo ajín)… “¡Qué buenas voces tiene El libertino, donde canta tu primo!”. Descubrir las letras de Kisco, de Pol o de Morales, entre otras. Todo un barrio (todo un pueblo) volcado con la comparsa de las niñas de El Rancho. Los chiquillos de los coles paseando por Pozo Nuevo y La Carrera. La Tacita de Plata siempre presente en los muchos años de larga distancia (santos granujillas que siempre son bienvenidos, equilibristas sobre el alambre…). Trascender a través de lo que esta esencia significa. La influencia en los valores, en la forma de ser, en el modo de entender cuanto pasa en el orbe. Periodismo cantado. Poesía en 3×4. Filosofía. Política. Historia. Retar al poder. Humor. Ironía. Música. Flamenco. Arte. ¡Artes! Guasa pagana. Doña Cuaresma y don Carnal. Su mijita de desenfreno. Posicionarte en la vida. Lo mamao. Inspiración. Locales de ensayo en tu barrio. ¡Niños Posturi, tipazo! Aragón volviéndonos locos, traspasando la frontera de lo puramente carnavalesco (es lo que tienen los genios). Antifaces y plumas destapando caretas. Sí: We can do Carnaval! Y lo mejor de todo: febrero tiene solo 28 días (29, en año travieso), pero para lxs amantes de este veneno [¡un veneno nada chungo, vieja RAE!], este mes dura 365 lunas.
Vuelta a la tierra de uno (casi; a la periferia) también pa empaparse de lo de aquí, por ejemplo a través de gente desentoná pero mu grande, y de la fantástica labor de carnavaldemorón.com, de la Revista El Carnavalero, etc. Las peñas. Los colectivos. Lxs veteranxs. Quienes llevan (y se llevaron) taaantos años sosteniendo la fiesta a nivel local. La cantera. Los proyectos que, cual hormiguitas, no paran de sembrar…
Po’eso, que ya huele a Carnaval, es decir: a Papa Aliñá, Tagarniná y Esparragá; y a tren pa Cai, y a murgas, romanceros, callejeras e ilegales; y a pito de caña, libreto y tablao; y a ambientazo en el Callejón del Pescao y su Siguerín, y a la sal del Falla, y a quejíos choqueros, y a islas afortunadas, y a máscara veneciana, y a carrozas desde el Adriático hasta la Toscana, y a un Notting Hill colorido, y a multitudes en Calabar, Bijagós, Ciudad del Cabo o Takoradi; y a samba, y a la tierra de Galeano y su hermana rioplatense, y a tradición minera de Oruro, y a folclore barranquillero con sus polleras y sus flautas de millo, y a la criolla Bourbon Street, y a Caribe multiétnico… ¡A mundo entero huele este guiso güeno!
Mes que no es inicio ni final, sino continuación: el carnaval fue, sigue siendo y será; el carnaval suena (se siente; se vive) mientras se cocina, yendo en coche o en bus, con los pinganillos o a toda voz, volando a Irlanda, trabajando en Cardiff, creciendo en Bruselas, meditando a prop de les muntanyes de la Tramuntana, en la cama, EN LA CALLE, haciendo deporte, en primavera, bajo las calores de agosto, cuando los árboles se desprenden de sus primeras hojas, pase lo que pase a nuestro alrededor, digan lo que digan las noticias, toque ‘lo que toque’ celebrar, silbando, tarareando, haciendo compás a nudillos, canturreando, ¡en la ducha!, leyendo, investigando, paseando, conversando, reivindicando (el Carnaval ES memoria), acompaña(n)do, con más gente o en soledad, en casa, viajando, mientras ríes, mientras sufres… De jartible a tope.
Total, que tras 11 meses febrereando, ya apenas queda una semanita para que llegue FEBRERO. Y eso es lindo. Y emocionante. Tela de emocionante.