Manolo Olmo es uno de esos amigos que uno tiene siempre en la recámara para todo. Hace más de veinte años que lo conozco, y podría contar muchas cosas. No os asustéis porque la mayoría de ellas van relacionadas con el deporte (bueno algunas de parranda también existen, pero esa me las guardo) y un equipo de fútbol: “Objetivo la Permanencia” –seguro que has sonreído al leerlo, querido Olmo-.
Aquel año conseguimos el objetivo, sobre todo porque había una sola división y era imposible descender. Pero si hablamos de calidad, quizá sea mejor no acordarse. Creo que fue la última época, de mi adolescencia, en la que era capaz de madrugar un sábado sin dolor de cabeza. Al menos eso ya significó mantener la categoría.
Luego crecimos, él estudió periodismo y yo me licencié en perder el tiempo alargando mi carrera de Filosofía hasta la fecha. Así que, si no me falla la memoria, fue en una tarde primaveral, no sé si en un mes de febrero –como nos gusta a los amantes del tres por cuatro-, de hace aproximadamente seis años. Él, junto a mi queridísima Esther García, acababan de fundar lo que a todas luces ya es una realidad informativa de nuestra tierra: Morón Información. Yo acababa de publicar mi primer libro, Jirones de un Relato, y días antes había recibido, vía telefónica, una propuesta. Ambos querían que formara parte del apartado de opinión de su medio, y yo no tardé ni una cerveza en aceptar el reto. Menuda cláusula de rescisión me impuse…
El primer año lo hacía sin un lugar en concreto, bajo la dirección del propio medio. Pero la web sea reformó y modernizó de forma impresionante. Nacía entonces mi sección Hablemos, un lugar para el debate y el coloquio aprovechando el formato de las redes sociales. Y vaya si ha habido debate…
Mucho ha llovido desde entonces, pero todo ha sido siempre positivo. He crecido como profesional, y mucho más como persona. Por eso nunca pensé que escribiría algo así, pero me marcho. Cierro aquí un ciclo en el que he sido muy feliz, mucho más de lo que soy capaz de expresar en mi texto. Cae definitivamente el telón de todos estos años, no sin antes dar las gracias a mis compañeros, Manolo Olmo, y Esther García. También al amigo Duarte con el que aún debato a menudo. Pero sobre todo gracias a los lectores, a todos los atrevidos que necesitaban mostrar su opinión, contrariada o no, de lo que exponía semanalmente. Gracias, y mil veces gracias.
Proyectos en el horizonte –otros derroteros periodísticos-, creación de asociaciones culturales, novela, y ensayo, a la vista… Demasiados frentes abiertos, afortunadamente, y un cansancio acumulado –de años- que me obliga a tomar aire y a cerrar, dolorosamente, alguna que otra etapa.
Poco más que añadir, las despedidas siempre son agrias. Por eso, a mis compañeros, les deseo salud y energía para seguir, porque el talento les sobra. Brindo por otro buen puñado de años, queridos. Os quiero muchísimo.
A los lectores… que siga el discurso, el debate, y la duda. Dudad siempre, incluso de vuestros propios planteamientos. Dudad, dudad, y dudad…Que jamás corra el pensamiento único y perded el miedo al silencio. No permitáis nunca un escarnio, ni forméis parte de él –es mucho peor-. Opinad, hablad siempre después de coger aire y no tengáis reparos en rectificar. Nunca pasa nada.
Mi texto, en cambio, muere aquí. Ahí quedan mis columnas, y mis reflexiones. Mis defectos y virtudes. Mi alargada arrogancia, o mi humildad ruborizada. Lo que quieras elegir. Porque este espacio cierra de forma indefinida, aunque me guardo la llave del reencuentro… y mis benditas dudas.