Siempre hemos escuchado que la lectura es muy importante en el aprendizaje de los niños y niñas desde etapas muy tempranas. Así mismo, siempre hemos escuchado la necesidad de la lectura diaria, alentando a nuestros niños y niñas a leer todos los días, aunque sea un poquito, ya sea un libro, un comic, una receta, etc. Pero la pregunta es ¿qué significa realmente leer?
Si hacemos un análisis de las áreas cerebrales encargadas de la lectura nos damos cuenta de que, durante la misma, prácticamente todas las áreas de nuestro cerebro entran en juego, en mayor o menor medida. Por lo tanto, la lectura se convierte en uno de los mejores ejercicios de neuroestimulación que podemos utilizar y recomendar. Matizar en este punto que cuando existen dificultades de aprendizaje la lectura puede llegar a ser, al mismo tiempo, solución y origen de problemas, pues puede llegar a ser parte de la solución a las dificultades con las que nos encontramos, o por el contrario, puede ser un foco de ansiedad y frustración en el niño/a si no lo sabemos manejar adecuadamente.
En cuanto a las áreas cerebrales encargadas de la lectura, en primer lugar, nos encontramos con el lóbulo occipital, en concreto, con el área visual primaria, situada en la parte trasera de nuestro cerebro, por encima del cerebelo. Allí, son percibidos e interpretados los estímulos visuales, donde las palabras son reconocidas, en un primer momento, como simples imágenes.
Esta información viaja a través de impulsos nerviosos hasta el giro angular donde esas imágenes son “interpretadas”. Digamos que la información llega al cajón de las letras, donde nuestro cerebro asocia cada forma a una letra. Viajando después de esto al área de Wernicke, una de las zonas más importantes, donde las letras “adquieren sonoridad”, las grafías se convierten en fonemas y los fonemas en palabras. El área de Wernicke es el área principal del cerebro relacionada con el aspecto comprensivo del lenguaje. De ahí la estrecha relación entre lenguaje y lectoescritura y, en muchas ocasiones, la razón de porqué la intervención debería ser conjunta en muchas ocasiones.
Después del área de Wernicke, la información viaja por el fascículo arqueado hasta el área de Broca, otra de las áreas principales en el lenguaje. Ésta participa en la producción del habla y se activa durante la lectura silenciosa o en voz alta. De este modo, cuando nos encontramos con dificultades en la lectura, muy frecuentemente, nos encontramos con casos totalmente diferentes unos de otros, pues mientras que unos alumnos pueden tener mayores dificultades en la interpretación fonética de las palabras (área de Wernicke), otros pueden tener mayor dificultad en la producción de la lectura, en su velocidad o fluidez (área de Broca)
Después del área de Broca, y obviando infinidad de procesos que no se podrían explicar en este artículo, la información “viajaría” al córtex motor, zona encargada de enviar información a la boca, la lengua y la laringe, de cómo debe ser el sonido que debe salir por nuestra boca a la hora de leer.
Para finalizar este recorrido por las áreas cerebrales, comentar que tanto el área de Broca como el córtex motor, se encuentran en el lóbulo frontal del cerebro, encargado, entre otras funciones, del razonamiento consciente, de la coordinación de movimientos, de la autorregulación emocional y conductual, de la atención, de la planificación y del lenguaje, entre otros.
Por lo tanto, podemos concluir, que la lectura no es la mera interpretación de las letras, leer implica, poner en marcha mecanismos que no son activados por otros medios, o al menos, no a tan alto nivel. Leer es pensar sobre tus propios pensamientos, es regular tus emociones a través de las propias emociones que los libros nos despiertan. Leer es aprender, aprender sobre uno mimo y sobre el mundo. Leer es alimentar nuestro espíritu y nuestro cerebro.
Como dijo José Luis Borges, “Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros”.